2020 ha sido un año atípico por culpa del Covid-19. Cuando comenzó la pandemia, muchos jugadores veteranos de World of Warcraft recordaron un episodio curioso que ocurrió en septiembre de 2005.
Zul’Gurub acababa de aterrizar en el juego, y uno de los jefes de la mazmorra, Hakkar, tenía un hechizo (Sangre Corrupta) que hacía daño en el tiempo y que era altamente contagioso a los jugadores cercanos. Debido a un pequeño fallo de programación, las mascotas de los cazadores y los brujos mantenían dicho hechizo tras ser desinvocados. El resto es historia.
Una plaga que mató a miles de jugadores
Para que entendáis la magnitud del problema, Zul’Gurub era una mazmorra de alto nivel. Esto se traduce en que, si la Sangre Corrupta llegaba a las grandes ciudades (en las que había jugadores de bajo nivel) esta acabaría matándolos a casi todos.
Por si este problema no fuese suficiente, los NPCs de las ciudades podían contagiarse con la Sangre Corrupta sin llegar a morir. ¿En qué se traduce esto? Bueno, en cuanto una de las mascotas infectadas fue invocada en una ciudad en la que había bastante gente la infección se propagó como la espuma.
La imagen de abajo es la mejor explicación posible.
Blizzard no actuó hasta octubre, ofreciendo a los jugadores soluciones como «cuarentena voluntaria». Se vieron conductas bastante curiosas, como jugadores de nivel bajo que huían de las grandes ciudades hacia zonas más alejadas o jugadores que buscaban propagar la enfermedad lo máximo posible.
Pese a que algunos sanadores intentaron solucionar el problema, la cosa no funcionó. Blizzard implementó un parche por el que las mascotas ya no podían contagiarse con la Sangre Corrupta, acabando así con el problema.
Y así acabó una pandemia que estuvo unas semanas rondando los servidores de World of Warcraft y que pavimentó las calles de las ciudades de huesos de cadáveres.