En los últimos días ha habido rumores sobre un posible final de Google Stadia, la plataforma de juego por streaming desde la nube que salió al mercado hace más de dos años y no ha terminado de tener el éxito que la compañía norteamericana esperaba. El cierre de algunos de sus estudios first-party ha llevado a pensar que la propia Google iba a tratar de vender su tecnología a otras compañías, dando por finalizada esta incursión en la industria del videojuego
Pues, por ahora el final no va a llegar, o eso parece, y es que la propia Google ha salido a desmentirlo en su cuenta oficial de Twitter.
If you hear one thing, hear this: The Stadia team is working really hard on a great future for Stadia and cloud gaming.
We hope you agree, and we know the proof is in the playing.
— Stadia ☁️🎮 (@GoogleStadia) February 5, 2022
¿Es creíble? El tiempo lo dirá, aunque muchos usuarios piensan que es cuestión de tiempo que deje de funcionar.
Stadia no era la revolución que Google esperaba
Decenas de millones, una gran inversión y todas las ganas del mundo por ser una potencia en el mundo del videojuego. Google quiso empezar a lo grande, y todo apunta a que el fracaso también lo será, aunque sin hacer mucho ruido. ¿Lo preocupante? El mayor ruido que causó Stadia fue el día de su presentación, y es que, tras ella, ha sido más un nicho de unos pocos que una realidad global.
La realidad es que Stadia no ha cumplido con las expectativas ni de Google, ni de los usuarios que apostaron por ella. El servicio ha tenido un rendimiento positivo, su tecnología de juego por streaming por norma general ha funcionado correctamente, pero no ha conseguido enganchar a un gran público que no termina de creer demasiado en ello.
¿Demasiado pronto para un servicio como Stadia? Microsoft ya tiene algo similar con Xbox Cloud Gaming, pero lo presenta como una alternativa a la más tradicional descarga del juego. Aunque sea digital, el usuario tiene la sensación de que el juego está corriendo desde las tripas de su máquina, mientras que el servicio en streaming nos hace pensar que el funcionamiento depende de un lugar externo.