Conducir es todo un mundo. Es subirte en un coche -tanto de conductor como de copiloto- y pasar a una nueva dimensión en la que no sabes qué pasará. La carretera puede llegar a ser un estadio porque la gente hace de todo: desde ir tranquilísima como si no tuviera tráfico a sus espaldas hasta ser un auténtico kamikaze. Podríamos empezar a caer en el tópico de cuáles son las ciudades, pero sabemos que independientemente de dónde estemos ir en dirección contraria ni es una buena idea ni se debe hacer. Sin embargo, citando una vez más la misma frase del periodista Enrique Basteller, «la mera existencia de esos avisos nos dice que el ser humano es un asunto fascinante». Lo preocupantes es que ahora ha sido Riot Games quien ha sido temeraria al volante con el caso de Jay Won «Sinatraa«.
Evidentemente el derecho al error y su respectivo margen deben existir. Dejando momentáneamente de lado a Sinatraa, véase por ejemplo en la ceremonia de la final de los últimos Worlds de League of Legends: Riot Games decidió hacer un producto publicitario de cosas del propio juego en lugar de honrar la memoria del deporte electrónico. En este caso pienso igual que el Christopher Mykles «Montecristo» y me parece un fallo importante. Seguramente podría venir cualquier representante de la desarrolladora a explicarme por qué le salía más rentable eso. A nivel personal puedo considerar que han tomado el camino menos óptimo, pero no pasa de ahí. Al final todo el mundo acabó llegando al destino llamado «final del Mundial» y ya está. No es una decisión con la que hayas puesto en demasiado riesgo al resto.
Sin embargo, conduciendo a dirección contraria nos puede pasar de todo. Ponemos en riesgo nuestra vida y la del resto de conductores a sabiendas. No es que sea un error, es que cosas así no las puedes hacer. No hay justificación alguna para hacer semejante temeridad. La magnanimidad no siempre se puede aplicar con fallos. Si lo haces por querer hacerte el chulo lo único que consigues es demostrar que eres tremendamente subnormal, con todas las letras. En este último aspecto me pasa igual que con la gente que afirma que unos tipos de refugiados «no son como los otros»: me gustaría descubrir cuál es el proceso mental para creer que es una buena idea hacer eso porque es espectacular y aterrador al mismo tiempo.
Lo peor del asunto es la sensación que desprende por cómo lo hemos descubierto. Toda la polémica nació porque, ironías de la vida, quien dio el primer paso para aclarar su posición fue Sinatraa publicando el ahora famoso correo electrónico. Genera la impresión de que si no llega a ser por el propio jugador no habríamos sabido nada. Como que nos hemos enterado porque alguien ha subido una historia a Instagram mostrando a la persona en cuestión conduciendo a dirección contraria. Que si no llega a ser por eso habría sido un «si te acuerdo no te veo» de manual. En los deportes electrónicos la afirmación «no hay nadie al volante» es errónea. No obstante, en muchos lugares podríamos reformularla a «hay auténticos kamikazes al volante».