Quién habría pensado que pasaría de hacer incontables cafés en Ciutadella mientras «hacíamos trabajos» a coincidir en una final de VALORANT con un gran amigo de la universidad ajeno a los deportes electrónicos. Seamos sinceros, nadie porque tampoco es algo que provoque pérdidas de sueño causadas por la preocupación. Sin embargo, la cantidad de giros de guion que pueden llegar a generase nunca deja de sorprender. Con Edu tengo en común bastantes cosas: la fecha de cumpleaños, algunas visiones o el simple hecho de ser culés. Pero precisamente un evento de este carácter no entraba en la baraja de uniones, y precisamente es ese uno de los motivos que hizo que fuera más divertido.
Acabar coincidiendo con Edu en un evento de VALORANT fue un elemento más de satisfacción dentro del sábado. Desde mi perspectiva se trataba de ver cómo alguien completamente ajeno descubría algo que muchas veces no cuento. Algunos días desgraciadamente por vergüenza, otros por querer evitar ser pesado y demás cosas como la desidia. El videojuego podría haber sido cualquiera que la situación sería la misma. Quién habría pensado ambos estaríamos en ese punto. En realidad por cuestiones de edad no dejamos de encontrarnos entre lo que éramos y lo que seremos como personas, pero aunque haya ciertas excepciones, que nos hicieran ese spoiler provocaría que todo fuera una mierda.
La famosa frase «si me hubieran dicho esto hace años no me lo creería» tiene su gracia porque sabemos que no pasará, porque si realmente sucediera dejaría de hacerlo. Quién habría pensado que con Edu y otras personas compartiría charlas, cubatas, partidos de fútbol o excursiones rápidas. Repito, probablemente nadie, pero si lo hubieran hecho habría perdido todo el sentido. Habríamos dejado de vivir el proceso de descubrimiento o aprendizaje. Además, citando a quien relativamente fue hace poco uno de mis profesores, los periodistas somos buenos explicando qué ha pasado pero malos prediciendo el futuro. Por lo tanto, para qué perder el tiempo.
Los deportes electrónicos y las futuras realidades
Hubo dos cosas en las que me fijé de Edu los ratos que estuvimos juntos. En primer lugar la muestra de su sorpresa y en segundo la frase «esto es una realidad» cada vez que hablábamos sobre los deportes electrónicos. Estaba flipando con una Rising Series de VALORANT, que sin la voluntad de querer menospreciarla, por el momento no es un torneo de la magnitud de unos Worlds, un Major o un The International. Para las personas que se interesaron por la industria en un punto muy anterior supone un gran sentimiento de reconformación. Después de todo, quién habría pensado que su arriesgada apuesta de futuro ha salido bien.
Sin embargo, el quid no está en lo que es actualmente y lo que será en un futuro, si no en lo que se hizo anteriormente para poder llegar. La incerteza que suponían los deportes electrónicos en ningún momento justifica que te quisieran hacer sentir mal por mostrar interés en ellos. Hablar sobre realidades del futuro es una ruleta rusa, pero tener el tacto suficiente para no hacer que el camino sea tan a contracorriente sí está al alcance. Luego esos mismos buitres que echaban leña al fuego son los que casualmente lo sabían. Que las puertas siempre estén abiertas para todos es una obligación tan grande como la de no olvidar todo el sudor y las lágrimas que nos han llevado hasta donde estamos. Al fin y al cabo, quién habría pensado que ahora mismo estaríamos hablando de esto.