Lembo
Universo Valorant
Álvaro «Lembo» R. Távora es host de Universo Valorant, tras más de 4 años trabajando en clubes como x6tence y Giants ahora centra su actividad en la información sobre el competitivo del juego
A partir de esta semana desde Universo Valorant traeremos un artículo de opinión semanal sobre cuestiones claves o que nos preocupen del juego. Para inaugurar el año, por mi parte comenzaré con un análisis del formato competitivo de 2022 y su evolución respecto al año pasado.
2021, el principio de algo grande
A pesar de comenzarlo con tan solo 6 meses de existencia, 2021 ha sido un año muy positivo para Valorant como juego y como esport.
A nivel de juego logró cerrarlo como cuarto juego más visto en Twitch (sexto en habla hispana), y aunque no disponemos de datos oficiales las estimaciones de Active Player le sitúan con una media de 12 millones de usuarios activos mensualmente y más de 800.000 diarios, que le catapultan al top 3 de las estimaciones.
Como esport, 2021 fue el año donde Riot consiguió celebrar sus primeros eventos presenciales con las Masters 2 y 3 y la gran final del Valorant Champions Tour, eventos que pese a las limitaciones por COVID consiguieron romper en dos ocasiones la barrera mental del millón de espectadores concurrentes, primer hito del juego a nivel competitivo.
2022, el siguiente nivel
Si bien el formato de 2021 nos ha hecho disfrutar mucho, el hecho de que todo dependiera de torneos clasificatorios aislados y que pudieras quedarte fuera del circuito relativamente pronto incentivó que algunas voces pidieran novedades para este nuevo año. Sin duda, la palabra más escuchada en este sentido estaba clara: la comunidad quería LIGAS.
Y como viene siendo habitual, Riot lo ha escuchado, por ello el sistema de clasificación del Valorant Champions Tour de 2022 partirá de ligas regionales e incluso amateurs, que en el caso de Europa implicarán una liga europea (Liga VCT) y 8 ligas regionales entre las que se encuentra la LVP RISING.
Este paso es clave para el competitivo del juego, y es que por un lado Riot va a ofrecer cierta estabilidad a las organizaciones que mayor rendimiento tengan, despejando ciertas dudas para nuevos equipos que estuvieran pensando entrar al juego, pero por otro va a ir cerrando cada vez más el sistema, pues el no clasificarte a la liga europea o no poder participar en las regionales irremediablemente limitará la presencia de tu club en el juego.
2022 es, por tanto, el año donde se decidirá todo para los clubes, el año donde veremos quienes van a ser los pesos pesados del juego. Además, Riot tendrá por delante el reto de demostrar que es capaz de crear un ecosistema sólido también en Valorant, lo que dependerá del éxito en audiencia y rentabilidad no solo de sus grandes citas, sino también de las ligas regulares y todo el resto de la pirámide.
Limitaciones del formato
Más allá de lo positivo que es este paso, no puedo dejar de señalar ciertas limitaciones que se encuentran en el formato. La primera, sin duda, es la duración de las ligas, y es que al establecer 2 masters durante el año y una final del Valorant Champions Tour muy temprana (en septiembre), la palabra «apretado» se queda corto para el calendario competitivo.
Por ejemplo, la liga española apenas tendrá un mes de duración en el primer split, con una sola vuelta a BO1, lo que sin duda nos sabe a poco. Da la sensación de que Riot ha querido integrar las peticiones de la comunidad en cuanto a ligas dentro de un calendario pensado para torneos, dando por resultado un híbrido que si bien es un paso adelante se queda a medio camino: tendremos ligas sí, pero con poca duración y formatos limitados.
A esto tenemos que añadir la polémica que inevitablemente tendremos en España, donde se ha establecido que 9 de las 10 plazas de la liga regional sean por invitación, una decisión en pos de la estabilidad (desde el punto de vista de LVP) que dejará fuera a equipos que deportivamente podrían merecer estar, así como la decisión de requerir 1 solo jugador regional en el equipo titular y la derivada baja presencia de españoles en la liga.
Reflexión final
A pesar de estas limitaciones, sin duda el paso que ha dado Valorant a nivel competitivo en 2022 es ambicioso y acertado, demostrando que existe una hoja de ruta para sentar los pilares que necesita el ecosistema del juego.
Y a esto debemos añadir otros grandes aciertos, como serán la existencia de una competición global femenina, la VCT Game Changer, con eventos presenciales y el refuerzo de las competiciones amateur, en España representadas por el Circuito Tormenta, dos caminos claves para crear un esport inclusivo y accesible para todas las personas de la comunidad, construyendo desde la base.
Sin duda, cuesta pensar en juegos que en tan poco tiempo hayan avanzado tanto a nivel de esport, pero más aún en juegos que hayan conseguido mantenerse, y parece que ese es el gran objetivo de Riot: demostrar que hemos venido para quedarnos.