«No voy a hablar de baloncesto hoy. Ninguna pregunta de baloncesto importa». Steve Kerr, entrenador de los Golden State Warriors, testificó aquello de que los deportes son o más importante de lo menos importante en la rueda de prensa previa al cuarto partido de la final de la conferencia Oeste de la NBA. Atrás quedaba el partido entre los Mavericks Dallas y los Warriors con una masacre en una escuela primaria en Uvalde, Texas, de 19 estudiantes y dos maestros. La peor en una década entro de Estados Unidos, un país que precisamente no se ve poco azotado por esta problemática.
«Desde que salimos esta mañana del entrenamiento, 14 niños [cifra que posteriormente subió] y un profesor fueron asesinados a 400 millas de aquí. En los últimos 10 días hemos tenido a ancianos negros asesinados en un supermercado de Búfalo, a feligreses asiáticos asesinados en el sur de California y ahora tenemos a niños asesinados en la escuela» prosiguió Kerr. Posteriormente los Warriors perdieron el partido por 119 a 109, pero el resultado pasó a un segundo plano. El técnico estadounidense consiguió lo que pretendía: imponer en la agenda pública su malestar ante la situación. “Estoy muy cansado de dar las condolencias a las familias devastadas. Disculpad, lo siento. Estoy cansado de los minutos de silencio. Basta» aseguraba el entrenador, combinando su frustración con una dura crítica al Partido Republicano.
Sus declaraciones supusieron un golpe en la mesa. Hizo su queja sabiendo que el tiroteo había sido en el mismo estado de Texas en el que se encontraba. Si bien es cierto que las figuras públicas no tienen por qué ser un ejemplo, su influencia hacia el resto de la sociedad es máxima por el altavoz con el que cuentan. Kerr usó su posición para reivindicar las problemáticas reales, poner por delante la humanidad en un mundo cada vez más carcomido por el espectáculo. El próximo 30 de mayo visitan el estado de la mano de la Intel Extreme Masters (IEM) de Dallas, curiosamente con Counter-Strike: Global Offensive (CS:GO) como principal reclamo. Por lo tanto, los deportes electrónicos se encuentran en una situación única para poder demostrar ejemplaridad.
La IEM de Dallas significa una oportunidad única para reivindicar que os deportes electrónicos van más allá de los servidores. Que el sector puede apoyar a los movimientos sociales y suponer un punto de presión ante los sectores políticos. Demostrar que la premisa del «todo es política» no sólo puede tener una connotación negativa. Tanto jugadores como caras visibles de la escena cuentan con un altavoz grande y único al estar centrado en el marco digital que puede tener efectos positivos. Además, con el contexto de CS:GO como plato principal del torneo, el mensaje sería mucho más potente. Ratificarían aquella realidad estudiada que tanto se intenta negar desde la comodidad del desconocimiento o el privilegio: que los videojuegos no son el principal motivo del aumento de violencia.
A favor de la industria juega que hace pocos meses la escena de CS:GO ya dio ejemplo durante el inicio de la Guerra en Ucrania. Concretamente en la IEM de Katowice, Polonia, lugar cercano al conflicto. Un escalofriante discurso de Oleksandr Kostyliev «s1mple«, mejor jugador del mundo y estrella de Natus Vincere, fue el culmen de ello. Toda la comunidad respondió a la situación hacia la misma dirección: abogando por la paz mundial. Es importante que los implicados aprovechen su posición para mostrar lo mismo que Kerr. Reafirmar que todos somos humanos y hay cosas más importantes que el espectáculo. Por este mismo motivo también es esencial que, de producirse el llamamiento, evitar que sea ESL como empresa (porque en este caso es la implicada, no porque sea la única) la que lo encabece. Un gesto tan bonito como necesario podría convertirse en una vertiente más del sportswashing.