Cada vez es más usual que la gente conozca los problemas de las personas famosas. A pesar de que podrían parecernos «seres de luz» inalcanzables y perfectos, todos ellos tienen problemas, y cada vez es más normal para ellos hablar sobre sucesos de su vida para normalizarlos así. En esta ocasión, ha sido el midlaner croata de Team Vitality, Luka Perkovic «Perkz» el que se ha sincerado en una entrevista para Bitno.Net.
La competición en los esports ha pasado de ser meramente algo enfocado en el entretenimiento a ser un negocio con una carga de estrés importante para los jugadores. Como ya sabemos, la carrera de los jugadores profesionales no suele ser muy larga, pero a pesar de estar «poco tiempo» jugando al máximo nivel, su rutina de entrenamientos y competición es cuanto menos intensa. En el caso de Perkz, hay que unirle la presión de ser una de las caras visibles del League of Legends europeo desde hace muchos años.
«2017 dio comienzo a todo. Recibí muchos mensajes de odio»
Perkz comienza así explicando su travesía personal en los esports: «Ya en 2016, jugando como un joven de 17 años su primera temporada profesional de LoL, me encontré con el lado feo de los esports. Mi equipo G2 tomó dos jugadores de un equipo rival. Aunque ganamos el campeonato de verano, fuimos malos en los torneos internacionales ese año, lo que causó una ola adicional de descontento, y yo, como la cara principal de G2, recibí muchos mensajes de odio, incluidas amenazas de muerte«.
Sin embargo, dice que cuando al año siguiente consiguieron el segundo puesto en el Mid Season Invitational (MSI), la opinión pública cambió. Ese fue, para él, un punto de inflexión en el que se dio cuenta lo cambiante que puede ser la naturaleza humana.
El midlaner croata siguió explicando lo que, un joven jugador de esport piensa en su llegada a este mundillo. Los problemas de Perkz se ven acentuados cuando apenas ha conocido la derrota en sus primeros años desde su llegada al primer nivel. Estas son sus palabras: «Mi ídolo era el deseo de convertirme en el mejor. Si tengo éxito, pensé, la gente me amaría y me sentiría bien. Traté inhumanamente de lograr ese objetivo, lo que me hizo sentir la presión que solía llevarme a romper. Durante una competencia en Corea del Sur, me derrumbé. Extrañaba mi casa y las lágrimas comenzaron por sí solas. No fue fácil para mí lidiar con tanto estrés y responsabilidad lejos de mi familia. Esa presión me seguirá durante las próximas temporadas. Desafortunadamente no sabía cómo ni con quién compartir mi dolor«.
Perkz y la religión en su día a día
Perkz nació en una familia de teólogos, y reconoce que a pesar de ser jugador profesional, seguía yendo a misa los domingos, donde sentía paz. Sin embargo, tenía una visión diferente de este: «Mi fe era una especie de mezcla de cristianismo e hinduismo. Por un lado, rechazaba el concepto de mal y sentía que cada uno tenía el control de su propio destino, y por el otro, temía a Dios, viéndolo como muy estricto«.
El año 2019 será uno de los más duros como jugador profesional y persona. En primer lugar, Perkz habla sobre su cambio al rol de tirador. Esto le obligó a cambiar su estilo de juego y causó en él un estrés adicional al que de por sí tenía. A pesar de que en lo deportivo todo iba bien (se hicieron con los dos torneos continentales y una final de Worlds), ese mismo año su padre contrajo cáncer. «Después de la Copa del Mundo y la final perdedora, llegué a casa y descubrí que papá estaba enfermo de nuevo. Entonces el estrés que se acumuló durante años llegó a un punto crítico. Me fui a la cama, pero no podía dormir«.
El actual jugador de Team Vitality prosigue: «He alcanzado un mínimo psíquico. Seguí recibiendo fotos de mi vida ante mis ojos: heridas de la infancia, competiciones… También tenía pensamientos forzados para ir al balcón y suicidarme. Toda la fama, el dinero y el éxito no significaban nada para mí, ni podían consolarme. Me di cuenta de que estas son cosas irrelevantes que no son ni pueden ser el significado de la vida«. Por suerte, lo que ayudó al jugador en ese momento fue hablar con su madre. Esta le recomendó la hagioterapia, consistente en meditaciones para sanar el alma. Además, también cuenta que abandonó la marihuana, donde a veces solía buscar un escape para el estrés que sufría.
El jugador croata terminaba así su entrevista: «Aunque me crié en una familia católica, fue solo en la hagioterapia, a través de meditaciones, que comencé a conocer a Dios. Pronto, como todo nuevo converso, leí y absorbí todo lo que pude encontrar sobre la fe, la Santa Misa, la oración. Empecé a rodearme de espiritualidad. La siguiente Copa del Mundo, la última que jugué como miembro del equipo G2, fue la mejor de mi historia. Aunque normalmente estaría estresado regularmente durante este período, ahora su cantidad se mantuvo al mínimo y pude difundir mejor una atmósfera positiva entre mis compañeros de equipo. Para mí, fue una gran evidencia de la obra de Dios y mi conversión. Todavía encuentro varios obstáculos en mi viaje, pero sé que soy guiado por el Espíritu Santo«.