G-Man no se lo advertía en vano a Gordon Freeman: «El hombre indicado en el sitio equivocado puede cambiar el rumbo del mundo». Como si una frase tan profunda ante una persona enigmática fuera lo más adecuado en medio de un tren después de 20 años hibernado. Sin embargo, no es hasta el final cuando la conciencia aparece y todo cobra sentido. Cuando tras una explosión de repente el mundo se para y contemplas tanto ese momento como aquello vivido hasta el momento, con o sin G-Man. Y eso mismo es justo le ha pasado a Heo Seung-hoon «Huni» cuando sus problemas de muñeca le han obligado a dejar el primer equipo de TSM.
Huni no ha tenido ni mucho menos una mala carrera como jugador profesional. A sus espaldas tiene dos títulos de campeón de Europa, una League of Legends Championship Korea (LCK) y un Mid-Season Invitational (MSI). Dos apariciones en el propio MSI y tres apariciones internacionales en Worlds. El primero en ir al torneo más importante de League of Legends representando al Viejo Continente, América del Norte y Corea del Sur. Pero todo eso no sirve con él, pues al fin y al cabo tenía todos los elementos necesarios para escribir su nombre en la historia: talento, un estilo de juego descarado y un carisma que llamaba la atención de todos. El «holo, holo» cautivó a todo el mundo, pasando por el chaval de 15 años hasta los más veteranos del sector.
El estilo de Huni no era precisamente suave. En lugar de deleitar con la estética, tiraba la puerta del rival a puñetazos o patadas. Tampoco combinaba distintos factores como Gordon Freeman. La mayoría era fuerza bruta. Porque podía al tener la excelencia mecánica necesaria para ello. En Europa fue el primer jugador que realmente explotó la calle superior estrictamente a través del microgame, de hacer injugables las partidas por conocer. Y cuando popularizaba jugar un campeón al máximo nivel de agresividad posible, era el primero en sacar la respuesta. En su primer año como jugador profesional tuvo que llegar Smeb para pararle de verdad, no porque él mismo se tropezara. Aunque la memoria puede jugar una mala pasada, en 2015 se comió a Jang Gyeong-hwan «MaRin» o Tong Yang «Koro1» entre otros.
Con dos títulos de Europa y el único 18-0 en fase regular de la historia de la región, ir a probar suerte a América del Norte era un reto arriesgado. Básicamente por lo que podía llegar a ser Fnatic con él. Básicamente en aquel momento había distancia entre ambas regiones, pero no era ni mucho menos tan grande como en la actualidad. En Immortals no consiguió ni el título de campeón de la League of Legends Championship Series (LCS) ni llegar a Worlds, pero le sirvió de trampolín para fichar por T1. Por mucho que no fuera la primera opción -Jeong Eon-young «Impact» era el deseado-, no dejaba de tratarse del mejor club de la historia de League of Legends. La oportunidad de trabajar con Kim Jeong-gyun «kkOma» y Lee Sang-hyeok «Faker» para corregir errores como las sobreextensiones, los flancos con el Teletransportar o aumentar el abanico de campeones.
Su historia fue de más a menos, pero en 2017 no había equipo que computara tantos créditos como los tricampeones mundiales
Huni se quedó a medias en dicho camino. Fue el mejor top en la temporada de primavera pero completamente superado en la de verano, hasta el punto de ser sustituido por Park Ui-jin «Untara«. Y aun así, a la hora de la verdad T1 -playoffs y Worlds– contaba mucho más con él que no con el que iba a ser su sustituto. Con la peor versión internacional del club surcoreano se plantó en la final del Mundial. Su historia fue de más a menos, pero en 2017 no había equipo que computara tantos créditos como los tricampeones mundiales. En los tres primeros años había mostrado su fuerza bruta para estar peleando en lo más alto, pero tras la máxima exigencia de Corea del Sur optó por la LCS.
Primero Echo Fox, que estaría seguido de Clutch Gaming, Dignitas, Evil Geniuses y TSM. Mucho potencial para acabar sólo clasificándose a unos Worlds a través de la épica con CG. Da igual que con Echo Fox o TSM fuera de la parte alta de la clasificación: ni una final disputada desde 2017. 2020 marcado por ser parte de la zona media-baja de la clasificación y 2022 por no levantar cabeza en una organización cada vez más envenenada. Con altas cláusulas por su fichaje de por medio, las decisiones que Huni ha tomado a lo largo de su carrera generan amargor. Cinco años de un total siete compitiendo en una región cada vez más castigada a pesar de sus golpes de talonario.
Es como si Huni, tras ese confiado carácter, en el fondo no hubiese querido creerse daba para mucho más. Tomó completamente legítimas pero que dejan frío, especialmente cuando generó la imagen de tener el techo para llegar a ser aquel jugador pulido que todos deseaban. Un final que desafía la mente, como G-Man parando el mundo. Para aquel que le tiene aprecio puede llegar a doler tanto como ver a Alyx llorando la muerte de su padre. Los problemas en su muñeca le han apartado de un TSM que en 2022 le hacía más daño que bien y ahora las dudas están en su futuro. Si decide colgar el teclado el ratón, pasará a la historia como Half-Life 3: algo prometido que nunca ha llegado. Y en el caso de hacerlo, seguro que no como antaño creíamos.