El FC Barcelona fue uno de los nombres propios de finales de 2021 en relación a los deportes electrónicos. Tras algunas informaciones anteriores que apuntaban a la aparición del club en la escena de League of Legends a través de la League of Legends Pro League (LPL), finalmente la entidad blaugrana hizo oficial en noviembre su llegada al MOBA de Riot Games a través de la Superliga, la liga nacional española. A pesar de tener presencia en otros títulos como Hearthstone, Pro Evolution Soccer (PES) o Rocket League, los culés ratificaron su apuesta por los esports por el videojuego líder. Bajo el nombre de Barça Esports se adentró en un terreno todavía desconocido para el equipo de la «Ciudad Condal» que por el momento ha arrancado bien.
Pasada la ida del Spring Split y el primer partido de la vuelta, el Barça Esports se encuentra en la segunda posición en solitario con nueve victorias y dos derrotas. Tras perder en su semana de debut ante KOI y Fnatic TQ los culés no han vuelto a perder dentro de la Grieta del Invocador. Durante todo este tiempo han respondido a unas grandes expectativas generadas tanto por lo que implica el club como por las narrativas que le envuelven, entre ellas la clásica dicotomía entre «nuñismo» y «cruyffismo». A pesar de aterrizar anteriormente a través de otras ligas, este último concepto ha aumentado inevitablemente importancia alrededor de los barceloneses. Dentro de un club multidisciplinar los valores y exigencias que representan un club se extrapolan a todas sus secciones, por lo que el equipo de League of Legends del FC Barcelona no es una excepción.
La idiosincrasia del FC Barcelona
La importancia FC Barcelona, fundado el 29 de noviembre de 1899 por Joan Gamper, se extrapola más allá de lo deportivo. Para muchos de sus seguidores la relación con el club no sólo es de carácter futbolístico, también cultural como representación global de Barcelona y Cataluña. Por este mismo motivo existe la creencia popular que vincula sus éxitos: cuando al Barça le va bien a Cataluña también y viceversa. De todas formas, esta no es ni mucho menos la única razón y se podría indagar mucho más en los distintos factores históricos que dotan a la entidad blaugrana de tanta importancia. Independientemente la que cada uno considere que es la causa principal, ser un conjunto que representa tantas cosas provoca que ganar sea una obligación. Sin embargo, no se trata de la única.
Una de las características que diferencia al FC Barcelona de muchos equipos de todo el mundo es la necesidad de ganar pero jugando bien, es decir, siendo un conjunto atractivo de ver. No obstante, este trecho no nace a partir de la llegada de Johan Cruyff (1947-2016), anteriormente jugador y técnico blaugrana del que nace el concepto «cruyffismo«. La necesidad de «jugar bien» ya existía anteriormente, principalmente por la decantación inicial de la afición al passing game en lugar del conservadurismo británico. En el Barça de inicios y final de la época de los 50 se pueden encontrar dos ejemplos interesantes. Durante los tres primeros años de la década el técnico eslovaco Ferdinand Daučík (1910-1986) dirigió el famoso «Barça de las cinco copas», que liderado por Ladislao Kubala (1927-2002) o Antoni Ramallets (1924-2013) consiguió tres Copas, dos Ligas, una Copa Eva Duarte Perón y una Copa Latina.
En cambio, durante el final de la década el FC Barcelona también consiguió brillar con Helenio Herrera (1910-1997) en los banquillos consiguiendo dos Ligas y una Copa. Aun teniendo todavía presentes las figuras de jugadores como Kubala o Ramallets, el entrenador argentino fue uno de los responsables del fin de la hegemonía del Real Madrid de Antonio Di Stéfano (1926-2014). Herrera gestó la explosión de Luís Suárez Miramontes -el único futbolista español con un Balón de Oro- a través de la asociación, chocando con la concepción más individual de sus jugadores húngaros. «HH» apostaba por un juego más colectivo a través del sistema conocido como «WM». Durante todo ese tiempo tanto el propio deporte como su concepción cambiaron. Sin embargo, la idiosincrasia del Barça ni lo hizo ni lo ha hecho. Medio siglo después la importancia de «jugar bien» es tan importante como antaño.
El cruyffismo como característica blaugrana
El «cruyffismo» se asentó con el aterrizaje de Johan Cruyff a los banquillos del FC Barcelona desde 1988 hasta 1996. Johan volvió al Camp Nou con una idea de cómo quería que su equipo jugara a través de un estilo: el juego de posición (JdP). El JdP, tal y como describió el periodista Xavi Torres en La Sotana, se puede definir como «un posicionamiento racional de los jugadores en el campo para tener la pelota e intentar ganar los partidos a partir de una posesión«. Tal y como puntualiza Torres, fiel defensor del concepto y cercano a Cruyff, «el Barça quiere ocupar el espacio en campo contrario para atacar y, con una posesión que el rival no tendrá, hacer goles». En definitiva, se trata de un estilo asociativo de carácter agresivo que busca dominar los partidos de inicio a fin.
Sin embargo, la llegada de esta metodología -con orígenes en la escuela holandesa del Ajax- ya tuvo anteriormente semillas en el FC Barcelona. Vic Buckingham (1915-1995), técnico culé desde 1969 hasta 1971, ya apostó por un estilo más asociativo en el banquillo blaugrana antes de la llegada de Cruyff, de quien pidió su fichaje como jugador. La primera gran toma de contacto del Barça con la escuela holandesa llegó a través de Rinus Michels (1928-2005), el denominado mejor entrenador del siglo XX. En su primera etapa como entrenador culé (1971-1974) Michels intentó implementar el «fútbol total» que con el que tuvo éxito en Ámsterdam y marcó una época con la selección Holandesa. Más allá del aspecto puramente futbolístico, el «cruyffismo» también implica otros aspectos más allá del césped como el uso de jugadores jóvenes considerados válidos -en función de la situación- al estar entrenados bajo la misma filosofía.
El FC Barcelona no dudó en hacer de este método parte de su idiosincrasia fácilmente. Respondía a la necesidad de jugar bien para hacer disfrutar a la afición y ofrecía resultados. Michels consiguió junto a Cruyff como jugador emblema en 1974 un campeonato liguero que al club se le resistía desde hace 14 años. Sin embargo, la gran explosión llegó décadas después. Los éxitos culés durante la época del Dream Team de Johan y el Barça de Pep Guardiola -máximo exponente del «cruyffismo» en la actualidad- hablan por sí solos. De todas formas, tal y como señala Torres, la dificultad de este método existe a la hora de transmitirlo. El club cuenta con él como una seña de actualidad pero ni todos los jugadores ni todos los entrenadores son capaces de aplicarlo.
La oposición del «nuñismo»
La contraparte del «cruyffismo» llega con el «nuñismo», extremadamente conservador y resultadista. No importa el cómo, sólo ganar, siendo este último factor contraproducente en relación a la idiosincrasia del FC Barcelona. La falta de una idea futbolística -independientemente de cuál sea- o un plan se aprecia en cómo sus defensores cuestionan el talento si no da rendimiento inmediato y la buena valoración de jugadores mucho menos asociativos pero más físicos. La causa de la derrota es externa y no interna, es decir, nunca la directiva. Ambos apodos llegaron a posteriori, pero tal y como recoge el periodista Jordi Mestre, esta corriente no nació a partir del expresidente culé Josep Lluís Núñez (1931-2018). «Lo que realmente hace Núñez es darse cuenta de que se trata de una forma de pensar mayoritaria en la masa social culé y aprovechar la circunstancia para cimentar su presidencia» define Mestre.
De la necesidad inmediata de resultados sin un método o plan definido se pueden entender grandes de las inversiones ‘fallidas’ del «nuñismo» -hechas por nombre y no por perfil- en relación a las expectativas. Los grandes ejemplos de ello durante los últimos años se pueden encontrar en fichajes como los de Philippe Coutinho (140 millones), Antoine Griezmann (120 millones) o Ousmane Dembélé (105 millones). La década de los 80 estuvo principalmente marcada por este factor ya que, a pesar de contar con los muchos fichajes de calibre como el de 1.200 millones de pesetas de Diego Armando Maradona (1960-2020), el Barça sólo pudo ganar cuatro títulos ‘mayores’. De Núñez cabe destacar el ejercicio de saneamiento económico de la entidad blaugrana al mismo tiempo que representó la imagen del club con mucho dinero -especialmente gastado- que no consigue ser exitoso.
Del «nuñismo» también se pueden mencionar factores ‘externos’ sobre cómo por ejemplo quiere que el FC Barcelona se desvíe del catalanismo que ha representado históricamente. No obstante, en el marco futbolístico cobra importancia el hecho del reparto de culpas entre los protagonistas para evitar la autocrítica. Imágenes como el distanciamiento entre Sandro Rosell (presidente culé entre 2011 y 2015) y Guardiola con sus respectivas polémicas posteriores evidencian la oposición entre ambas partes. Otras como la de Cruyff devolviendo la insignia de presidente de Honor en las oficinas del Camp Nou tras la llegada de Rosell también recrean la rivalidad -e incluso enemistad- existente.
Qué se esperaba del Barça Esports
La llegada de los blaugranas a League of Legends significa el aterrizaje de todo lo que representa un club a un ámbito desconocido hasta ahora. Sin embargo, pretender un resultado inmediato dentro del debut sería una actitud claramente «nuñista». Por lo tanto, el objetivo del Barça Esports durante el Spring Split era la clasificación a los playoffs de la Superliga -por el nivel individual de sus piezas- pero sobre todo forjar una identidad para competir bien. Tener un patrón de juego con el que se pueda reconocer al equipo fácilmente como bien sucede con Giants Gaming, MAD Lions en 2021 o como DWG KIA y EDward Gaming en oriente. Una breve revisión de las declaraciones de los integrantes del cuerpo técnico sobre la importancia que dan a este aspecto evidencian que por el momento el conjunto trabaja en una dirección que podría considerarse «cruyffista».
Dentro de la Grieta del Invocador el Barça Esports parece haber encontrado su fórmula principal. A rasgos generales, Dimitar Kostadinov «LeBron» cuenta con las llaves de los compases iniciales y normalmente genera ventajas a través de un dúo con Mihail Petkov «Twohoyrz» -a quien le dan magos de control para ganar prioridades- o Luca Santos «Lucky«, más cómodo con iniciadores primarios. Mientras Jakub Viceník «Dreedy» asume un rol mucho más versátil en función de la partida es Matthew Smith «Deadly» quien recibe principalmente todos los recursos. Quizás antes del inicio de la Superliga el imaginario sobre el futuro estilo podía ser distinta, pero en todo caso, ninguno habría llegado sin una idea previa. La entidad le dio a Alejandro Parejo «Mapache» las llaves para crear el quinteto titular y el técnico lo hizo no sólo por la importancia de los nombres, si no por el encaje de los perfiles.
Quizás donde sí distan más los blaugranas del «cruyffismo» es en cómo se entiende este concepto dentro de League of Legends, es decir, con composiciones llenas de personajes agresivos. El fútbol cuenta con tendencias, pero no con un metajuego que pueda llegar a condicionar cómo se disputan los partidos en distintas fases temporales. Quizás es por ese mismo motivo que ni siquiera los culés se han resistido a jugar a través del escalado. No obstante, el objetivo del juego de posición no deja de ser dominar los partidos a través de la posesión, un factor que el Barça Esports sí traslada con las respectivas distancias -por la naturaleza de lo que compiten- esa búsqueda del protagonismo. De hecho, actualmente una de las incógnitas que genera el equipo tras la ida del Spring Split reside en ver cómo puede llegar a jugar o salir airoso en situaciones de desventaja.
El tiempo como arma de doble filo
El aspecto más técnico de lo que se conoce como «cruyffismo» en League of Legends pueden ser carne de debate como bien sucede en el propio marco futbolístico. El uso de sistemas con los que aplicar el juego de posición (4-3-3, 3-4-3, 3-5-2…) cuentan con sus ventajas y desventajas, evidenciando la relación que tanto jugadores como equipos tienen con sus respectivos contextos. Dentro del título de Riot Games apostar por un tipo de composición que pueda ser por características más «cruyffista» con personajes como Viego, LeBlanc o Leona. No obstante, todo esto depende de la aplicación -teniendo en la dificultad para transmitir y aplicar la idea- pero no es el mayor de los hándicaps del Barça Esports.
Al igual que le sucede a Xavi Hernández, el conjunto de League of Legends encuentra en el tiempo el mayor arma de doble filo en un futuro. Los tiempos dentro de los deportes electrónicos y el fútbol son completamente diferentes por cómo se estructuran sus respectivas competiciones, sin embargo, habiendo dejado atrás el ‘periodo de adaptación’ al Barça Esports se le exigirá ganar, jugar y competir bien. La idiosincrasia del club pasará a la orden del día una vez el equipo ya no sea ‘nuevo’ dentro de la escena de League of Legends. Además, en el hipotético caso de un éxito en forma de título, las comparaciones podrán estar a la orden del día. Cambiar de rumbo durante el trayecto hacia una exigencia cortoplacista a cambio de renegar de una identidad sería un movimiento completamente «nuñista» pero no imposible teniendo en cuenta la historia de la entidad.
Actualmente el FC Barcelona se encuentra en una situación crítica provocada en parte por la anterior gestión de la junta directiva de Josep Maria Bartomeu. La desconexión del club con la metodología «cruyffista» durante el último lustro se evidencia en declaraciones en las que Xavi afirma su sorpresa al ver que «es extraño que haya jugadores del Barça que no entiendan el juego de posición». Sin embargo, incluso en una de las épocas más convulsas de la historia de la entidad los culés pueden ver cómo empiezan a florecer jóvenes talentos o el renacimiento de otras secciones bajo el liderazgo de figuras como Šarūnas Jasikevičius. El Barça Esports tiene a su alrededor todo tipo de ejemplos para saber labrar su propio camino.