El regreso de Jian Zi-Hao «Uzi» no ha ido como nadie esperaba, incluido él mismo. Cuando anunció su retiro en 2020 todo fueron alabanzas a la obra que había escrito con su propio puño. Al fin y al cabo, es un jugador que ha revolucionado League of Legends y ha traspasado fronteras del mapa donde se desarrollan las partidas. Un ídolo que va más allá porque representa un país, una industria y toda una concepción sobre cómo entender la competición. Volver al ruedo en 2022 no suponía más que alegría para todo aquel amante de los deportes electrónicos, porque uno siempre quiere ver a los mejores. Pero incluso ellos, con toda la divinidad que desprenden, también son mortales. Si hasta Uzi se ve obligado a aterrizar a la realidad, pensar qué nos depara al resto resulta aterrador.
De Uzi esperábamos un regreso digno de película. Que si El Retorno del Rey, del Jedi o del Caballero Oscuro. Pocas figuras tienen que saldar las cuentas pendientes tan importantes dentro de League of Legends como si de Aragorn, Luke Skywalker o Bruce Wayne se tratara. Y muchas menos desprenden ese aura místico necesario para conseguirlo. El de superar todas las dificultades antepuestas para unirse con la perfección: alcanzar el estatus de deidad al completo. Sin embargo, ese finalmente no ha sido el caso del tirador chino durante este año. Verse obligado a tomar un descanso en la próxima temporada de verano teniendo en cuenta su importancia no debe ser fácil, como tampoco es verlo desde la barrera.
Los escalofríos llegan con los motivos. En primer lugar porque el mismo Uzi admite que no está tan bien como antes. De poco sirve tener una explicación a su suplencia ante Chiu Tzu-Chuan «Doggo» en Bilibili Gaming: a veces el dolor puede con la razón. «Es posible que ahora me veáis comiendo bien, vistiéndome bien, viviendo bien, pero también tengo muchas dificultades. Todas son diferentes, pero tienes que pasar cada día feliz, ¿verdad?» declaraba durante una retransmisión en directo. Incluso las figuras que rozan el estatus de deidad cuentan con su propia máscara. Fingir que todo está correcto porque no queda otra. Es un aterrizaje forzado a la realidad. Por mucho que intentemos mirar hacia otro lado, parafraseando a Piezas, el final que nadie espera pero siempre llega sigue ahí aunque juegue a ser intermitente. No hay un cronómetro que nos permita volver a disfrutar de las etapas vividas.
Aunque lo de Uzi por el momento no es un punto y final, duele ver que hasta él cae. Nos ata con cadenas al suelo. Por un lado puede ser un castigo porque quizás queremos desprender nuestra imaginación sobre la premisa del «y si». Por el otro una salvación para evitar un golpe mucho peor. Escribía Marcel Beltrán, periodista de Panenka, que «hay jugadores que el fútbol decide cuándo se acaban y hay jugadores que deciden cuándo acabar con el fútbol. Zlatan es de los segundos». Ahora a nosotros nos queda esperar que, dentro de los deportes electrónicos, el tirador sea del mismo grupo. Aunque eso signifique asumir un dolor mucho mayor si finalmente no lo es.