T1 llegaba al Mid-Season Invitational (MSI) generando unas expectativas altísimas, algo normal teniendo en cuenta que el equipo había firmado la temporada perfecta en la League of Legends Championship Korea (LCK). La etiqueta de ‘invencible’ se presentó en el conjunto surcoreano como si el Arsenal liderado por Thienry Henry y Arsène Wenger se tratara. Sin embargo, ha sido llegar al torneo internacional y pinchar. De la noche a la mañana han dejado de ser Dioses inexpugnables a mostrar que pueden sangrar. Aunque la realidad no es que en ningún momento no sangraran, si no que nadie se lo había hecho ver hasta el momento.
A T1 nadie consiguió ganarle durante el Spring Split. Es cierto que no es lo mismo una serie al mejor de tres que no una al mejor de uno. Pero aun así, nadie Corea del Sur había sido capaz de detectar por dónde castigar con la derrota al equipo. Algunas pistas habían sido sembradas dentro de la temporada, véase en las finales contra Gen.G la gran prioridad por los dragones y el juego alrededor de la condición de victoria del Alma del Dragón. No obstante, los tricampeones mundiales siempre se escabullían. Encontraban siempre alguna fórmula para sobreponerse a las dificultades, algo que generaba el replanteamiento de su condición: ¿hasta qué punto eran invencibles? No es que no fueran superiores a sus rivales regionales, pero estos tampoco habían ofrecido una situación para que la organización se parara a pensar sobre sus fallos.
Lo de T1 en el MSI es el comportamiento más humano posible, porque cuando estás en un lugar donde te dicen constantemente que lo haces todo bien se dificulta el paso a la autocrítica. Llegados al MSI esa burbuja ha petado bruscamente a manos de G2 Esports y Royal Never Give Up. Toda esa sensación de superioridad divina -sin renegar de su nivel superior- se ha esfumado porque ambos equipos no pertenecen a ese círculo. G2 y RNG han sido la realidad que nadie te cuenta en el instituto sobre la universidad o la precariedad laboral de la que la institución académica elude hablarte. En ningún momento no dejan de existir, simplemente hasta que no te llega el momento no las vives y no te das cuenta.
La tragicomedia que puede llegar a ser el sistema universitario o la rutina laboral tampoco implica que de golpe seas un inútil. No es que tu valor -sobre asociar este concepto a la productividad con un cargante contexto encima ya hablaremos otro día- pase de 100 a 0 de un momento a otro, es que la realidad igual de difícil que fácil es explicar cuentos de hadas. Quizás madurar es conformarte con cada vez menos a cambio de más paz, pero esta muchas veces no llega sin conflicto. Si te gusta construir la destrucción puede llegar a ser necesaria. T1 no es ni mucho menos un equipo, lo único que ahora le han obligado a bajar los pies al suelo.
Ya advertía Manuel Martínez «Cabramaravilla» antes del MSI que T1 sufría con el control del río debido a su respectivo uso de la visión. También lo podíamos apreciar en cada crossplay del equipo durante el Spring Split de la LCK: muchas de estas jugadas nacían a partir de un exceso de confianza de los jugadores a través de agresividad de más o una sobreextensión. A través del error construían una solución nueva, pero nadie les había obligado a hacerlo en su máximo grado: tras la derrota. La suerte de los tricampeones mundiales es que el aviso lo han recibido a una semana del final del torneo. Por lo tanto, a diferencia de muchos de nosotros, sí tienen tiempo para enmendar sus errores o situación. Quizás hacerlo a contrarreloj no es la mejor de las situaciones, pero mejor que la nada que tragamos por culpa de la rutina es.