Perkz, como Messi, también es un perro
Como escribía Hernán Casciari sobre el astro argentino, el croata tiene una "una enfermedad rara" que emociona
De Hernán Casciari conozco un poco gracias a Guillermo, el mismo colega que alimentó que me hiciera la solicitud de verificado por las risas. Si bien es cierto que todos tenemos nuestras obsesiones, para él Casciari estaba en la misma mesa que Jorge Drexler o Manel, y cualquiera que le conozca un poco sabe que eso significa mucho. Aunque no recuerdo exactamente cuando -supongo que en una pequeña pausa de café de una hora en la facultad-, me recomendó que leyera un texto que hizo sobre Lionel Messi. Los resultados de la búsqueda de ambos apellidos me llevaron a Messi es un perro, entonces entendí todo. Con un documento Word en blanco ese tío está tan chalado como D10S con el balón. El texto me encantó, hasta el punto de que cuando suceden locuras en los deportes electrónicos, lamento que él desconozca de qué van eso de los videojuegos competitivos.
Probablemente el mayor ejemplo de Messi es un perro dentro de los deportes electrónicos -al menos en occidente- sea nuestro querido Luka Perkovic «Perkz«. Cada año hace más méritos para estar mantenerse ese mismo nivel que trasciende de lo resultadista a lo emotivo. Como escribía Casciari, «no escuchan la radio, no leen la prensa deportiva, no entienden si un partido es amistoso e intrascendente o una final de copa. Los perros quieren llevarse siempre la esponja a la cucha, aunque estén muertos de sueño o los estén matando las garrapatas«. Perkz es todo eso porque no le gusta perder ni a las canicas. Quizás tenga momentos más relajados, pero a la hora de la verdad hace suyo el escenario. Se transforma, se recrea en su patio particular y se mea encima de todo el que ose arrebatarle su espacio personal.
Ningún jugador pelea tanto como él para sorprender en Worlds en contextos donde la esponja parece estar hecha añicos o, directamente, destinada para otro perro. Perdérselos los dos primeros años de su carrera fue suficiente para él. Cuando Guardiola dijo que Messi metería a meter seis goles cuando él quisiera, Casciari dijo que aquello «no fue un elogio, fue la expresión objetiva del síntoma». Perkz cuando quiere no tiene miramientos y se pone la corona para pelear. Sabe que es el rey, como buen líder se hace un 45% del daño total de su equipo, y vuelve a su trono tan tranquilo. El muy perro dejó que hablaran mal de él todo el verano para tenerlos a su vera en octubre.
Perkz está enfermo
«Lionel Messi es un enfermo. Es una enfermedad rara que me emociona, porque yo amaba a Totín y ahora él es el último hombre perro». Cambiad Lionel Messi por Luka Perkovic y en mi caso a Totín por Go Dong-bin «Score» o Cho Se-hyeong «Mata«. En el vuestro poned el jugador que más os guste, que el resultado es el mismo. Perkz emociona en los momentos decisivos y da igual el momento. Qué más da si lo hace con una plantilla u otra o con la camiseta de G2 Esports o Cloud9. El croata es el enfermo que hace que saltemos del sillón cuando independientemente del equipo al que apoyemos.
Casciari tenía la facilidad de vivir en Barcelona, poder subir las escaleras del Camp Nou y saborear ese aura única que desprendía Leo Messi en su verdadera casa, no la parisina. En los deportes electrónicos tenemos el hándicap de la pantalla, que funciona como estadio al que acudir cada semana. Y aun así, la magia del loco de Perkz hace que ese ambiente se transmita, que se tangible a través de un objeto material. Consigue que nuestro entorno familiar se pregunte por qué hemos gritado cuando ni estamos trabajando, ni asustados, ni tristes. Luka Perkovic, como Messi, también es un perro del que presumiremos de haber visto jugar en un futuro no tan lejano si es que no lo hacemos ya.
«Todos contarán sus batallas con orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no quede nadie por hablar, me pondré de pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona en los tiempos del hombre perro. Y no volará una mosca. Se hará silencio. Todos los demás bajarán la cabeza. Y aparecerá Dios, vestido de Juicio Final, y señalándome dirá: tú, el gordito, estás salvado. Todos los demás, a las duchas». – Hernán Casciari