El motivo por el que me gusta Coldplay tiene nombre y apellido: Pep Guardiola. Si en agosto me pasé cuatro horas haciendo cola para tener la suerte de ir a uno de los cuatro conciertos de Barcelona -que en principio eran dos- fue por él. Después de todo, como muchas otras cosas, la música no deja de ser un vehículo para transportarte a instantes, lugares o emociones. Con el grupo británico me voy mentalmente a la temporada 2008/2009, la primera en la que realmente tengo contacto continuo con el fútbol y el FC Barcelona consigue un triplete, con todo el equipo bailando una sardana en medio del Spotify Camp Nou para celebrarlo.
Precisamente del grupo británico me he acordado más esta semana, no porque esté haciendo la cuenta atrás a nueve meses vista, también por la renovación de Matthew Smith «Deadly». Evidentemente en el aspecto deportivo me alegró, porque al fin y al cabo el tirador es uno de los jugadores que más ha tirado del equipo a lo largo del año. Pero lo emotivo fue ver dónde firmó su nuevo contrato: en el Spotify Camp Nou. Quizás para redondearlo era necesaria la presencia del presidente del FC Barcelona, Joan Laporta. Pero lo que de verdad importa es que sólo faltaba Coldplay de fondo.
Sólo faltaba Coldplay de fondo en esa renovación porque, para algunos, esto supone un puente entre la infancia y lo que viene después. Porque muchos asumimos la conciencia de qué es el FC Barcelona en plena edad de oro, porque el equipo de Guardiola hizo que nos engancháramos. Cuando creces, es natural que aparezcan nuevos intereses. Pero claro, algunos son más fáciles de relacionar que otros. Realmente no es para tanto, un problema del primer mundo: explicar algo todavía «desconocido». Pero claro, cómo le ibas a contar a alguien con 14 o 15 años que tu agenda no sólo estaba marcada por un club de fútbol, también por algunos que competían en videojuegos. Lo bueno de que los deportes electrónicos sean mainstream es que ahora todo esto está cada vez más naturalizado.
Ver a Deadly renovar en el Spotify Camp Nou es la unión entre aquellas cosas que te emocionan y han dejado de ser distantes. Que si el FC Barcelona es importante como factor social, que su sección de deportes electrónicos al menos sea reconocida. No hablamos de quedar expresamente para ver un partido de League of Legends sin tener ni idea de la sección, al fin y al cabo supone más esfuerzo que no otro deporte como el baloncesto o el balonmano. Al menos oír cada vez más la pregunta «¿cómo va la sección?». El Barça Esports tiene el reto de incorporar su masa social a un tipo de audiencia joven y peculiar, pero sin dejar de ser lo que es. Son esos pequeños detalles los que muestran la seriedad y el compromiso que se esperan cuando una entidad va con la palabra «apuesta» por bandera.
Apuntando al 2023 🤩@Deadlyl0l #ForçaBarça 🔵🔴 pic.twitter.com/4aScjhH3j6
— Barça eSports 🎮 (@FCBeSports) September 23, 2022
¿Deadly como pastilla de nostalgia?
A la renovación de Deadly sólo le faltaba Coldplay, pero la historia del FC Barcelona no ha tenido permanentemente la alegría del grupo. Con todo lo que puede llegar a suceder, hay etapas en las que ver el Barça es más una obligación como blaugrana que no por placer. Ahora se empieza a revertir en el primer equipo después de mucho tiempo, pero empieza a aparecer en los deportes electrónicos.
Entender el fútbol como negocio tiene sus aspectos positivos y negativos, pero sobre los últimos poca gente tiene el valor de contarte que con su modelo se te pueden quitar las ganas de ver, trabajar o saber nada. Aunque sea por temporadas, todo futbolero sabe que eso es peor que una puñalada. Una traición a ti mismo en toda regla. Con los deportes electrónicos emulamos un camino paralelo. Empezamos diciendo que la industria necesitaba acercarse a los influencers y ahora la competición importa cada vez menos. No es culpa en exclusiva de los creadores de contenido, porque al fin y al cabo hay de todo. Desde los que se comprometen con los clubes que firman y hasta los que los managers tienen que perseguir para que pongan un triste tweet.
La tradicional industria del deporte de la que tanto nos quejábamos está más que instalada en todos los horizontes. Fruto de la desilusión, los deportes electrónicos suenan cada vez menos a Coldplay. También es por cuestión de edad: cuanto más tiempo, más débiles están tus raíces. Las reacciones y decisiones ante la situación pueden ser múltiples, todas ellas respetables. Pero a la hora de la verdad, muchos acabaremos volviendo. Cuando a alguien le apasiona algo, ese estímulo se convierte en necesario. Y si no los volvemos a ver permanentemente, recurriremos a los vídeos que signifiquen lo mismo que el Barça de Guardiola bailando sardanas en medio del Camp Nou. Quizás para los blaugranas la renovación de Deadly sea una de esas pastillas de nostalgia.