Brasil es la meca del fútbol, un lugar en el que los grandes futbolistas salen de debajo de las piedras, o al menos lo hacían. La pasión por el deporte rey trasciende las clases sociales y regiones de un país que por su tamaño podría ser un continente, de Norte a Sur y de Este a Oeste, de la Amazonia al Nordeste o la Pampa gaucha, el fútbol es una religión y el sueño de todo niño es dedicarse a ello, o al menos lo era.
Un estudio realizado por el Banco Itaú de Brasil ha revelado que los niños de los barrios más desfavorecidos del país, conocidos popularmente como favelas, ya no quieren ser futbolistas. El 96 % de los encuestados reveló que sí, quieren ser jugadores profesionales, pero de esports. Una respuesta sorprendente, y es que el estudio se centró en jóvenes de hasta 15 años de edad que todavía no han accedido al mercado laboral.
Es posible que la pandemia y el cierre de escuelas públicas haya ayudado a acrecentar esta corriente de opinión, consiguiendo que muchos niños pasen un gran número de horas jugando a videojuegos
Brasil y los esports
Incluso una figura de la talla de Neymar ha revelado ser aficionado a los esports, en especial a Counter Strike: Global Offensive (CS:GO), de lejos el videojuego más popular en Brasil. El futbolista es jugador habitual del First Person Shooter (FPS) de Valve, demostrando cierto nivel dentro del servidor y teniendo amistad incluso con Gabriel «Fallen» Toledo y otras leyendas del CS:GO brasileño.
Es en CS:GO donde Brasil destaca especialmente, con equipos y jugadores entre los mejores de forma habitual, pero esto no acaba ahí, su nivel también es destacable en títulos como Rainbow Six: Siege, Valorant, League of Legends o los fighting games, pero en estos últimos algo lejos del nivel que muestran en FPS tácticos.
El sueño en Brasil parece haber cambiado, ¿una futura gran potencia de los esports a todos los niveles?