El miércoles pasado me dieron el verificado de Twitter. No voy a negar que hace bastante gracia ver ese tic azul por primera vez en tu perfil. Pero a partir de aquí ya está, no tiene más misterio. Y para celebrarlo aquí estoy, escribiendo una columna donde os explico mis mierdas con tal de no tener que hacer una noticia que, o bien no dará tantas visitas como querría, o bien será algo que no haría si no hubiera dinero de por medio. Para mi suerte (o desgracia) no hubo ninguna dosis espontánea de ego, pero sí una reflexión sobre los deportes electrónicos. Quien dice deportes electrónicos también puede decir periodismo. O fútbol. En realidad muchas cosas.
La historia de cómo obtuve el verificado no tiene ninguna superación detrás, es puro costumbrismo. Hace dos semanas estaba con dos amigos míos, Marc y Guillermo, esperando en unos bancos de la plaza de la facultad a Álex, que en ese momento se había empeñado en avanzar trabajo en la biblioteca. Estoy seguro de que no tenía tanto en relación a su estrés, pero bueno, allí estábamos los tres esperando para poder hacer lo que mejor se nos da: beber. En ese lapso de tiempo en el que el más aplicado de los cuatro todavía seguía encerrado leí la noticia de que Twitter había abierto el periodo de solicitudes. Lo comenté, Guillermo me animó y lo hice.
El «imagínate que te lo dan» acabó en el resultado que ya conocéis. Reconfortarte por un lado, frustrante en cuanto te fijas que un tweet con una broma que ni siquiera es buena tiene más repercusión que otras publicaciones que sí conllevan trabajo por detrás. Primera casualidad relacionable con los deportes electrónicos: sale más a cuenta ser gracioso para acumular interacciones. Está claro que todos ya sabemos a lo que venimos a Twitter. Quizás sea yo el que peca de purista. Pero ver un buen trabajo por redes -independientemente de quien sea- con una respuesta pequeña me sigue dando rabia.
Luego entre felicitaciones de mis amigos está la parte de «para qué sirve el verificado». Guillermo volvió a ser esencial en toda esta historia al corroborar en una respuesta sencilla y concisa lo que pensaba: «pa’ frontear». Segunda casualidad relacionable con los deportes electrónicos: en numerosas ocasiones tengo la sensación de que el creador de contenido (por decir algo) se cree más importante que el propio contenido o el mensaje que transmite. Tampoco creo que sea por el simple hecho de tener un tic azul. Simplemente es una actitud que creo apreciar más veces de las que me gustaría dentro de la escena. En mi caso os podréis seguir fijando en que, evidentemente, no soy especialmente listo. A penas llevo cinco días verificado en Twitter. En lo de ser imbécil bastantes años más.